Reflexiones


El haber llegado a la docencia con una formación profesional universitaria ha representado para mí una bendición pero a la vez un reto. 

Al principio pensaba que por haber sido alumna, sería fácil ser profesora imitando a mis maestros. Sin embargo, después de estudiar una nivelación pedagógica, sentía que aún me faltaba conocimientos sobre muchos aspectos, pero sobre todo en la didáctica.

Por este sentimiento de ignorancia busqué una maestría en docencia, que me ha ayudado, no en conocimientos sino en actitud, me dio más preguntas y pocas respuestas, y además otra visión. Algo así como combustible para seguir caminando.

Aunque la asignatura de matemáticas es universal y repetitiva, todavía no encuentro el "hilo negro". Cada día de clases en cada ciclo escolar, es diferente.

La docencia es una profesión dinámica pero sobre todo humana, los jóvenes de secundaria tienen diversos intereses, inquietudes  y objetivos. Este aspecto hace compleja la labor, pero no difícil sino interesante.

Por estas razones, siempre estoy en la búsqueda de corregir y mejorar mi trabajo, y este curso me ha ayudado a abrir los ojos y poder ver los cambios que ya están sobre nosotros, no solo docentes sino toda la sociedad, y eso me hace ponerme a disposición para aprender.

Los cambios son buenos "dicen" pero muchas veces no son fáciles y nos obligan a salir de la zona de confort.

Creo que vale la pena intentarlo y rescatar lo adecuado para aplicarlo en nuestra labor docente y también en nuestras vidas personales y familiares.


Saludos y ánimo.




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